jueves, 26 de mayo de 2016

El Templo de la Patria y otros monumentos conmemorativos

En la ladera del monte Pichincha en donde tuvo lugar el combate, se levantó en 1922 un obelisco conmemorativo del primer centenario de la Batalla. El Obelisco, ubicado en un paraje andino a 3000 metros de altura, recuerda los nombres de los comandantes patriotas y también tiene una placa dedicada al valor del soldado español.
En los años 70 del siglo XX, la dictadura militar que gobernaba Ecuador decidió construir en el lugar un monumento de mayores proporciones que el modesto obelisco original.
En el sitio se levantó el llamado "Templo de la Patria" una estructura de hormigón armado con varios salones cavados en la montaña. El Templo de la Patria, visible desde varias partes de la ciudad de Quito, está decorado en el exterior con una torre y con un mural en mosaico de Eduardo Kingman, que evoca los distintos episodios de la lucha por la independencia del Ecuador, desde los tiempos de Eugenio Espejo, pasando por el Diez de Agosto.
El Templo tiene varios salones en los que se pueden apreciar algunas armas antiguas, que, si bien no son en su mayoría de 1822, son de mediados y finales del siglo XIX. Otro salón muestra los trajes de época de todas las guardias presidenciales y de honor de Sudamérica, y un diorama que permite seguir las incidencias de la Batalla del Pichincha.
En sendos salones se encuentran estatuas en bronce del Libertador Simón Bolívar y del Mariscal Antonio José de Sucre, así como un homenaje simbólico a la heroína ecuatoriana Manuela Sáenz, amante de Bolívar que, aunque no participó en el combate, está enterrada simbólicamente en el lugar. Otra sala contiene los restos de un soldado desconocido.
El Templo de la Patria integra en su conjunto el antiguo obelisco de 1922 y permite una vista panorámica del Centro Histórico de Quito.
En el Centro Histórico, se levanta el Monumento a los Héroes Ignotos del Pichincha, una columna con un cóndor de bronce, en el paseo "24 de Mayo" construido también al pie de la montaña con ocasión del primer centenario del combate.

La capitulación de Pichincha

A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad en la cima del Pichincha a más de 3000 metros de altura dieron el grito de victoria. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año.
El fortín de El Panecillo sirvió de puesto de comando de los españoles, quienes inclusive hicieron fuego de artillería contra los patriotas, que habían ascendido la falda del cercano volcán Pichincha. Al ser derrotados, los españoles se refugiaron en el fortín. Sucre, para evitar el sangriento asalto al emblemático cerro, envió un emisario a Aymerich para que capitulara, cosa que el capitán general español aceptó.
Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822, los españoles, a las 14:00 de ese día, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran Colombia, en una ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín colonial. De esta manera, en la cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del Imperio español en Ecuador.
El 18 de junio de ese año, Bolivar le asciende a general de división y lo nombra intendente del departamento de Quito. Ese día, durante la entrada triunfal del Libertador a la Plaza de la Independencia de Quito, una mujer le arroja desde su balcón una corona de laurel al rostro, lo que llama vivamente la atención de Bolívar. Esta mujer fue Manuela Sáenz, quien participó también en las luchas de la independencia y sería nombrada coronela por Bolívar, que se convirtió en su amante y la llamó "La Libertadora del Libertador".

Desarrollo de la Batalla

Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre, sólo esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos. El batallón Alto Magdalena trató de hacer un movimiento de flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno no se lo permitió.

Pronto, los batallones Paya, Trujillo y Yaguachi (batallones patriotas), sufriendo muchas bajas y con pocas municiones, comenzaron a replegarse.Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcan.

Ordenó a su ejército de 1894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para enfrentar ahí a Sucre. Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales.


El Aragón era el mejor batallón del ejército realista; estaba conformado por veteranos españoles que habían actuado tanto en Guerra de la Independencia España como en otras batallas en América del Sur, y en ese momento se hallaba sobre los Patriotas y listo para atacar.Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar sobre la alicaída línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró inesperadamente en la batalla. Resulta que el Albión consiguió.

El sacrificio de Abdon Calderón

La Batalla de Pichincha fue el escenario del sacrificio por la patria de uno de los más destacados héroes ecuatorianos, el cuencano de 18 años Abdón Calderón. Calderón, quien fue hijo del coronel cubano Francisco Calderón, defensor del Estado de Quito de 1812, vivía en Guayaquil y se enlistó en las tropas de origen ecuatoriano que combatieron en la Batalla.
Calderón, a pesar de haber recibido 4 heridas de bala, prefirió permanecer inamovible en la línea de fuego, alentando a todo su batallón y levantando incansablemente la que es ahora la bandera celeste y blanco de la ciudad de Guayaquil. Al terminar el feroz combate fue trasladado a la ciudad de Quito, donde murió al cabo de catorce días, el 7 de junio de 1822. Antonio José de Sucre en su escueto parte de la Batalla de Pichincha, fechado el 28 de mayo del aquel año dice: " [...] hago una particular memoria de la conducta del Teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de este oficial heroico".
Cuando Simón Bolívar llegó a la ciudad de Quito y se enteró de estos hechos, ascendió póstumamente a Calderón al grado de capitán y decretó que su sueldo fuera entregado a su madre. La compañía del Batallón Yaguachi a la que perteneció Calderón no tendría capitán y en las revistas, al mencionarse su nombre, la tropa habría de contestar: "Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones". La tradición se mantiene hasta la actualidad en el Ejército ecuatoriano, pues al pasar lista a los batallones de caballería se lo nombra como dispuso Bolívar.
En la obra "Leyendas del Tiempo Heroico" del escritor Manuel J. Calle se narra la muerte de Calderón con una serie de hipérboles, destacando que a pesar de sus graves heridas en las cuatro extremidades, se negó a abandonar el campo de batalla.

Batalla de Pichincha

24 de Mayo

La batalla de Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito en el Ecuador actual. El encuentro, que ocurrió en el contexto de las Guerras de independencia, enfrentó al ejército independentista bajo el mando del general venezolano Antonio José de Sucre y al ejército realista comandado por el general Melchor de Aymerich. La derrota de las fuerzas españolas condujo a la liberación de Quito y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real audiencia de Quito.

La derrota de las fuerzas españolas condujo a la liberación de Quito y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real audiencia de Quito también conocida como la Presidencia de Quito, la jurisdicción administrativa colonial española de la que finalmente emergió la Republica del Ecuador.

Podría afirmarse que la campaña militar por la independencia de Quito se inició el 9 de octubre de 1829, cuando la ciudad costanera de Guayaquil proclamó su independencia de España después de una rápida y casi incruenta revuelta contra la guarnición local. Los líderes de la revuelta, una combinación de oficiales Peruanos Venezolanos del Ejército colonial junto con intelectuales locales y patriotas. 

formaron un consejo de gobierno y un ejército con el propósito de defender la ciudad y extender el movimiento independentista a otras provincias de la Presidencia. Para entonces, el curso de las guerras de independencia en América del sur había cambiado en contra de España; la victoria de Simón Bolívar en la Batalla de Boyaca selló la independencia del Virreinato de nueva Granada, mientras que en el Sur Jose de San Martín, tras haber desembarcado con su ejército en la costa peruana en septiembre de 1820, preparaba la campaña para la independencia del virreinato del Perú.